martes, 10 de noviembre de 2009

¿El doctor Livingstone, supongo?

Frase célebre pronunciada por Henry Morton Stanley, explorador y periodista galés nacionalizado estadounidense.

En el año 1869, en París, el editor del New York Herald, James Gordon Bennett le encargó la búsqueda del explorador y misionero David Livingstone- del que no se tenía noticia desde hacía algunos años, quien según dicen se perdió a propósito por África mientras intentaba buscar una ruta comercial más corta para llegar a las Indias Orientales- y que llevara de vuelta la crónica en exclusiva.

Luego de asistir como corresponsal a la inauguración del Canal de Suez, ir a Jerusalén, Constantinopla, Crimea, y llegar a la India a través del Cáucaso, Irak y el Éufrates Stanley viajó hasta la isla de Zanzibar en 1871 y organizó una expedición para localizar al misionero escocés.

El objetivo de la expedición era la aldea de Udjidji, en el lago Tanganika en lo que hoy es Tanzania, donde esperaba localizarlo, ahí lo encontró, gravemente enfermo, el 10 de de noviembre de 1871, en el momento del encuentro fue cuando pronunció esta famosa frase "¿El doctor Livingstone, supongo?". Se hicieron amigos y juntos exploraron la parte norte del lago Tanganika. Al terminar su recorrido, Stanley volvió solo a las costas de Zanzibar, sin que Livingstone, quisiera acompañarlo. Stanley fue el último hombre blanco que lo vio con vida.

Livingstone prosiguió sus exploraciones hasta que murió el 1 de mayo de 1873, en Zambia a causa de la malaria y de una hemorragia interna producida por disentería. Su cadáver fue trasladado a Inglaterra y enterrado en la Abadía de Westminster, pero los Africanos enterraron su corazón en África porque decían que su corazón estaba en África.

Cuando Stanley supo de la muerte de Livingstone en 1873, regresó a África para continuar la búsqueda de las fuentes del Nilo. Aunque en esto no tuvo éxito, entre 1874 y 1884 descubrió el río Congo y lo siguió a lo largo de 2,400 km hasta su desembocadura.

Antes de volver a Estados Unidos, Stanley pasó por Inglaterra, donde las reacciones fueron variadas, muchos dudaron de que su relato fuera cierto, se llegó a decir que no había encontrado a Livingstone, sino que éste había rescatado a Stanley e incluso algunos insinuaron que ni siquiera había estado en África. También hubo quienes le creyeron, otros alabaron, la prensa lo satirizó y la Royal Geographical Society lo ridiculizó.

Sin embargo, Stanley fue reivindicado cuando la familia de Livingstone verificó cartas y documentos que había traído de África. La reina Victoria le agradeció personalmente sus servicios y le regaló una tabaquera de oro. Y finalmente, también la Royal Geographical Society reconoció sus logros.
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